

En 2016 aprendí algo muy sencillo y evidente, pero que realmente desconocía: la importancia de implementar procesos y sistemas en tu trabajo. Te dediques a lo que te dediques profesionalmente, funciona.
Dime si algo de esto te pasa a ti:
- No puedes dedicarle el tiempo que te gustaría a cada cosa que haces porque la infinita lista de tareas pendientes hace que solo pienses en tachar y seguir avanzando.
- No te paras a pensar en cómo ser más productivo, sino que te dedicas a hacer y hacer (traducir y traducir) sin tener objetivos realmente precisos.
- Si eres traductor autónomo, sientes que en realidad eres un autoempleado, un trabajador de tu propia mini-empresa y no te comportas como si fueras el CEO de la misma tomando decisiones estratégicas que te permitan trabajar mejor (work smart, not hard!)
- El día a día es, con frecuencia, abrumador y vives cada momento presente queriendo estar en otro lugar, resolviendo algo, tachando lo siguiente de la fucking list.
Eso es estrés, my friend: estar en el momento presente queriendo estar en otro sitio. Y sé muy bien de lo que te hablo.
En 2016 decidí que tenía que cambiar el ritmo, pararme, pensar más y dejar de hacer y hacer sin rumbo determinado. Leí libros que me ayudaron mucho como «Essentialism, the disciplined pursuit of less» (una joya que te recomiendo) y decidí meterme en un grupo mastermind para emprendedores dirigido por una mentora.
Enseguida aprendí la importancia de sistematizar. Implementar procesos te ayuda a ser sistemático, a ser más organizado y, en definitiva, ¡a sufrir menos!
Cuando estaba preparando los materiales para mi Taller online de Traducción Jurídica, me dí cuenta de que había una serie de cuestiones que se podían aplicar sistemáticamente a cada encargo para intentar garantizar un buen trabajo, un mejor resultado que si, simplemente, coges el texto, agachas cabeza y te pones al teclado a traducir sin más, investigando aquí y allá cuando te encuentras con esta o aquella expresión difícil.
Antes de empezar a traducir, un análisis del encargo te permitirá tomar muchas decisiones que darán como resultado, una traducción pensada, coherente y con criterio. Ubicar el texto en la rama del Derecho adecuada, encontrar las normas fundamentales en la LT, decidir qué priorizar, analizar la función del texto, quién es el destinatario…
Mientras traduces, hay otras múltiples preguntas que puedes hacerte, como analizar los nombres propios que aparecen en el texto y decidir qué postura vas a adoptar en este encargo concreto cuando te topes con falta de equivalencias.
Terminada la traducción, puedes todavía plantearte otras cuestiones, tales como si el texto cumple la misma función que el original (si era lo pretendido) o si hay expresiones con las que no estás 100% satisfecho.
A veces, dedicarle un tiempo a pensar, a pesar de que nos parezca poco operativo y queramos ponernos corriendo a la tarea, es, al contrario, una forma de ganar tiempo, ser más productivo y garantizar mejores resultados. Con las decisiones ya tomadas y sabiendo lo que vamos a hacer y por qué lo vamos a hacer.
Yo te recomiendo sistematizar todo lo relevante y hacerte una checklist, una lista de verificación a la que sometas tus encargos de traducción jurídica antes de lanzarte en plancha sobre el teclado.
Yo he elaborado la mía propia y estoy muy orgullosa de ella. Tú puedes hacer la tuya, ¡te animo a hacerlo! Pero si crees que la mía, que está basada en muchos años de formar a traductores jurídicos e identificar y aprender de sus errores, puede serte útil, puedes adquirirla aquí.
Estaré encantada de que la uses y de que me cuentes qué te ha parecido.
¡Feliz jueves!
Lola Gamboa
2 comentarios. Dejar nuevo
Hola, Lola:
¡Acabo de leer esta entrada y no puedo estar más de acuerdo contigo! Aunque he traducido pocos textos jurídicos, creo que es IMPRESCINDIBLE ubicarlos adecuadamente en su marco jurídico antes de comenzar a traducir. No solamente para encontrar la fraseología y la terminología adecuadas, sino también porque, en muchos casos, nos puede ayudar a ahorrar tiempo: por ejemplo, cuando he traducido textos jurídicos del francés, muchos fragmentos provenían (literalmente, un copia y pega) del Code civil o del Code de commerce. Ambos documentos tienen una traducción oficial en Legifrance, por lo que basta con copiar y pegar (y revisar, por si acaso, ¡siempre hay que revisar!).
Me ha interesado especialmente tu entrada dado que para mi trabajo de fin de grado investigué la posibilidad de incorporar (para cierto tipo de encargos) una especie de plantillas en las traducciones jurídicas y juradas; en Francia hay algunos traductores jurados que lo hacen así y a mí me parece que, definitivamente, es una forma de sistematizar el trabajo y ahorrar tiempo sin perjudicar la fidelidad al contenido (no a la forma, eso sí).
¡Gracias por publicar contenidos tan interesantes!
Un saludo,
Ana
Gracias a ti Ana por tu comentario tan positivo y por la interesante aportación.