

Atención traductor: ¿empiezas el 2017 con propósitos de crecimiento profesional? Si es así, sigue leyendo porque este post de hoy viene con propósito de enmienda.
Estas navidades, mientras preparaba mi próximo curso online, el “Taller práctico de Traducción Jurídica” que sacaremos a la venta el 23 de este mes, recordaba algunos de los errores habituales de mis alumnos traductores cuando abordan los textos de trabajo de este programa de entrenamiento. Suelen ser, invariablemente, los mismos.
Este análisis da pie así al primer post de este año. Si te sientes identificado con alguna de las situaciones que describo, ya sabes, ¡ponte manos a la obra! Es fundamental conocer las propias debilidades o defectos con el fin de poder trabajar esas áreas y tratar de mejorar profesionalmente.
Veamos pues algunos de esos errores que podrás corregir más o menos fácilmente:
- No consultar la ley. Cuando recibas un encargo de traducción, identifica en primer lugar la rama del Derecho y busca qué norma regula fundamentalmente esa área específica. Ahí tendrás toda la terminología esencial para expresarte de manera técnica en lenguaje jurídico. Así, si el texto es, por ejemplo, una demanda civil, la norma fundamental será, por un lado, la Ley de Enjuiciamiento Civil y, por otro lado, la norma sustantiva que regule el fondo del asunto.
- No consultar con el cliente. Hay quien, de hecho, aconseja no hacerlo porque al cliente pueda parecerle poco profesional. Yo creo, sin embargo, que es importante educar al cliente, en concreto al abogado, en cómo se trabaja con un traductor o con un intérprete. A fin de cuentas, sois un equipo, estáis en el mismo bando. Piensa tú también en qué tipo de cliente quieres tener; tu cliente ideal no es un cliente al que no puedes consultarle una duda o plantearle cualquier incidencia relativa a la traducción. Créeme, la mayoría de los abogados, jueces, etc., no conocen lo que implica traducir o interpretar, y es normal porque no es su trabajo. Por ello necesitan cierta formación al respecto.
- Tener posturas rígidas en cuanto a cómo se traduce. Sinceramente, los “siempres” o los “nuncas” son un escollo. “Yo siempre lo traduzco todo”, “Yo nunca traduzco los nombres de los juzgados”… . Cada texto te enfrenta a situaciones distintas que te deben llevar a establecer tus prioridades como traductor para el texto concreto, teniendo siempre en cuenta la función que va a cumplir la traducción y al destinatario final de la misma.
- Dejarse llevar por palabras o frases que “suenan bien”. El lenguaje del Derecho es bastante rimbombante en ocasiones y me doy cuenta de que, con cierta frecuencia, mis alumnos deciden emplear algunas expresiones que les parecen “muy jurídicas”, sin saber realmente lo que significan. No traduzcas nada ni uses frases que realmente no entiendas, esto es clave.
- Traducir sin criterio. En realidad, aquí está el quid de la cuestión: saber por qué tomas las decisiones que tomas e intentar mantener una línea coherente a lo largo del texto (algo, con frecuencia, difícil). En traducción jurídica, por sus peculiaridades, no hay, normalmente, soluciones únicas. La “solución correcta” es para mí la “solución fundamentada”.
En nuestro nuevo “Taller online de Traducción Jurídica” el objetivo es, precisamente, entrenar a los alumnos de forma práctica por medio de encargos de traducción para que, poco a poco, forjen un criterio jurídico. ¿Te imaginas tener algo parecido a un entrenador de traducción jurídica? Pues esta es la idea del taller: es un programa de entrenamiento dirigido y online.
En breve te daremos más información al respecto. Estate atento porque los madrugadores tendrán premio con condiciones especiales.
¡Feliz jueves!
Lola Gamboa