Esta forma de pensar y actuar a la hora de escoger continuar formándose, especialmente entre los más jóvenes y los que precisan puntos para concursos y oposiciones, está claramente extendida hoy en día. Y no les culpo, es producto del sistema que tenemos montado. Sin embargo, cuando el peso del título y de la entidad emisora del mismo se valora más que la calidad y aplicabilidad de lo que se aprende, algo no está funcionando de forma lógica. El orden de los factores aquí sí altera el producto. Sería mucho más lógico cambiar la frase del título por: quiero aprender algo y, a ser posible, que el título sea oficial.
La sociedad y el mercado laboral necesita currículums respaldados por competencias reales, no currículums atestados de títulos, oficiales o no, que no demuestran lo que verdaderamente sé hacer. En los últimos tiempos hay quienes afirman que los blogs son los nuevos currículums, y estoy muy de acuerdo con esta afirmación. Un blog me habla mucho más de su autor que un listado aséptico y presuntamente verídico de sus logros. Soy seguidora de múltiples blogs profesionales de distintas temáticas de mi interés y realmente son muy indicativos de la competencia, del tipo de persona, del compromiso con la profesión de su autor o autora.
Cuando buscamos un curso, tiene toda la lógica buscar garantías de que la inversión que voy a hacer me va a producir resultados positivos. El buen nombre de la entidad impartidora, o del profesorado, suelen ser claves. Y aún así, son no pocos los que se decantan por un título por lo oficial del mismo, frente a otras opciones muy válidas de empresas privadas. Las empresas no tenemos más remedio que competir con los títulos universitarios por medio de la calidad, estando totalmente al día de lo que demanda el mercado y actualizando conocimientos y contenidos con una agilidad de la que no disponen las instituciones oficiales.
Con frecuencia, cuando nos llaman interesándose por un curso determinado nos formulan la pregunta: «¿y el título es oficial?». Sería interesante recordar que es el mercado laboral el que legitima un título, no la universidad. Lo que hace bueno un curso y por lo que deberíamos escogerlo, se imparta por quien se imparta, es que realmente me proporcione herramientas prácticas para trabajar en la vida real. Como en todas partes, en la universidad hay buenos y malos profesores, pero tengo la impresión de que hay un cierto adormecimiento en los laureles, una especie de “todo vale” porque somos la universidad, legitimada por la sociedad como exponente del saber. Ya en una entrada anterior “La educación en la era postdigital” hablaba por cierto sobre la crisis de la universidad a causa de haber perdido el monopolio del conocimiento debido a internet.
En definitiva: guía tus elecciones en base a lo que realmente te va a dar rendimiento en el futuro. Cuando busques formarte haz lo que decía el famoso anuncio: busca, compara y si encuentras algo mejor, ¡fórmate!
1 comentario. Dejar nuevo
Es mejor hacer algo continualmente y todo el resto (título, diploma, puesto, dinero etc.) va a venir ello mismo.