

Lo sé: si hace tiempo que me lees, este no es mi estilo habitual de entrada en el blog (aunque, como siempre, hay chicha terminológica más abajo y al final del todo voy a compartir un pdf de frases para probar una de las teorías que hoy te expongo).
Pero estamos en septiembre, el mes para fijarse objetivos y nuevos propósitos.
El mes para establecer un plan de acción coherente con esos objetivos.
Si mejorar tu inglés (jurídico, en nuestro caso) figura en tu eterna lista de cosas pendientes, sigue leyendo, porque hoy quiero ayudarte a tomar decisiones para o bien establecerlo como un objetivo preciso o bien revisar si elevar tu nivel de inglés es realmente algo que necesitas o quieres hacer.
Hoy vamos a tocar un tema que de hecho me encanta y es el de las creencias limitantes que rara vez cuestionamos, a pesar de que nos impiden avanzar.
Es decir, el tema de qué nos decimos y cómo nos hablamos a nosotros mismos, que a menudo hacen difícil afrontar un determinado objetivo con posibilidades de éxito.
¿Todo listo? OK, dime si esto te suena:
Creencia limitante 1: Se me da mal en inglés
¡Ay, si me dieran un euro por cada vez que he escuchado esto!
Encuentro difícil poder aprender o mejorar en algo cuando de partida piensas es que casi un imposible. Estarás conmigo en que pensar y decirte «soy negado o negada para el inglés» no sienta precisamente unas bases sanas para construir tu aprendizaje.
Si eres de los que cree esto te pregunto:
- ¿En base a qué afirmas tal cosa?
- ¿Lo has analizado con espíritu constructivo?
Tengo la percepción de que mis alumnos creen en general que ir a clases de inglés es suficiente y que su escaso progreso (con solo 1 ó 2 horas de clases semanales) es prueba irrefutable de que esto no es lo suyo.
Según eso, seguramente ni las matemáticas, ni la física, ni la geografía, ni la historia… son lo tuyo. ¿Te exiges acordarte también de hacer raíces cuadradas o acordarte de los sistemas montañosos y los ríos de tu geografía? ¡Seguramente no!
En realidad, creo que lo aconsejable sería revisar por qué crees que debes aprender inglés. Sí, tú en concreto.
Mi intuición es que no has examinado ese «debería» que parece tan aceptado e impuesto en la sociedad actual (porque claro, todo el mundo sabe que el inglés es esencial hoy en día).
Pero, ¿lo es para ti?
Mi propuesta es que redefinas tu relación con este idioma y examines si en tu caso es realmente importante.
Que encuentres tu motivo personal para mejorar y, solo entonces, lo conviertas en un objetivo.
Que no sea una imposición.
Con una mentalidad de carga o de fracaso, es imposible construir nada, es demasiado pesado y gravoso.
Por eso existen ahora los llamados coaches de idiomas. Porque también para las lenguas, todo es una cuestión de mindset, de mentalidad.
Así que te propongo un nuevo mantra:
no se me da mal el inglés, simplemente no ha sido una prioridad para mí
Yo te invito a elegir entusiasmarte con el inglés, a convertirlo en un viaje de descubrimiento y curiosidad.
Creencia limitante 2: Debería saber mucho más de lo que sé
Mira tú, ¡otro debería!
Quizás tú no eres de los que piensa que se te da mal el inglés, pero sí te exijas estar en otro nivel a estas alturas.
Y es que en mi experiencia tanto personal como con mis alumnos de inglés jurídico, el inglés es para muchos sinónimo de vergüenza o de culpa.
Hoy precisamente leía que la culpa puede ser positiva si se emplea como trampolín y no como algo en lo que regodearse. Pero que en cualquier caso, no es suficiente.
Hace tiempo me di cuenta que hay un falso perfeccionismo en nosotros que nos lleva a fustigarnos en mayor o menor medida por no hablar inglés mejor. Queremos que sea perfecto pero pocos hacemos algo por conseguirlo o aproximarnos un poquito, ¿te pasa esto a ti?
El inglés no es física cuántica y de verdad que es tan simple como cambiar tu manera de relacionarte con este idioma y plantearte si de verdad quieres hacer de esto un objetivo a conseguir a corto, medio o largo plazo.
Recuerdo que cuando yo era pequeña e iba a clases particulares de inglés, arrastraba los pies a clase y e iba estudiándome por el camino el vocabulario que nos había mandado mi profesor Frank (porque había pasado de hacer esos deberes durante la semana). Entonces, con 13 años mis padres me propusieron enviarme en verano a Inglaterra, algo que me motivó muchísimo y mi relación con el inglés cambió definitivamente. Me pareció tan fascinante estar en otro país y ser capaz de comunicarme que pasé a ser la que más sabía en clase y, a día de hoy y a pesar de que estudié Derecho, es mi medio de vida.
Desde luego, asistir a clases no es suficiente; reconocerás que así no funcionan las cosas.
En Málaga se dice mucho: yo hablo inglés de los Montes (una expresión que me hace mucha gracia y que sirve para denigrar con mucho salero el nivel de inglés propio). Pero mis alumnos salen de clase después de trabajar las preposiciones y nunca más las repasan; a la semana siguiente no recuerdan nada, pero… «¡es que las preposiciones son muy difíciles, Lola!».
Yo les entiendo perfectamente porque a todos nos pasa.
Lo cierto es que la falta de uso puede hasta hacer a una persona olvidar su lengua nativa.
Alex, mi pareja, es irlandés como he comentado ya en alguna ocasión. En casa mezclamos las dos lenguas constantemente (de hecho, nuestros perros Chico y Scooby son bilingües, jaja). Con cierta frecuencia, cuando le pregunto a Alex cómo se dice en inglés tal u otra cosa, no lo recuerda de forma inmediata. Porque hace 16 años que vive en Málaga y algunas palabras españolas le vienen a la cabeza más rápidamente que las inglesas, pues hace mucho con no las usa cotidianamente.
Así que yo te propongo que cambiemos (yo también me apunto) el «debería» por «cuando yo lo decida». Y que cuando así sea, nos planteemos un reto alcanzable porque el cambio, para que sea sostenible, te tiene que hacer sentir bien.
Si mejorar tu inglés es sinónimo de carga, frustración o incluso castigo, ya te digo yo que no te va a funcionar.
Tú puedes hacerlo, ¡sin duda!
Creencia limitante 3: El inglés jurídico es muy difícil
De nuevo te invito a examinar para qué quieres tú usar el inglés jurídico.
Si eres abogado, puedo imaginar que lo quieres para comunicarte mejor con tus clientes extranjeros (actuales o potenciales), explicarte bien y evitar tener que dar varios rodeos para decir algo que en español no tendrías problemas en expresar.
Imagina que le quieres decir a tu cliente:
El juzgado ya ha dictado sentencia y ha fallado a favor del demandante. No estamos satisfechos con el fallo y vamos a recurrir.
Si lo piensas, gramaticalmente no hay complejidad en estas frases. Es simplemente una cuestión de terminología.
Mira este pequeño glosario de los términos resaltados en azul y dime si ahora eres capaz de traducir las dos frases anteriores:
- juzgado: court
- dictar sentencia: issue judgment
- fallar a favor de: find for
- demandante: claimant
- resultado: ruling
- recurrir: appeal
Si tu pretensión es redactar contratos en inglés, ahí tengo que decirte: contrata a un profesional de la traducción (jurídica). Los contratos son cosa seria y verdaderamente complicada. Hay que ser concientes de que no podemos redactar un documento tan esencial como lo haría un nativo de inglés. Yo misma no lo haría.
Te vas a ahorrar mucho sudor y disgustos si, en cuestiones puntuales, contratas servicios de traducción profesionales. ¡Seamos prácticos!
Mi propuesta es siempre que mejores tu nivel de inglés (jurídico) aprendiendo la terminología precisa. Porque, como yo defiendo, todo cambia (todo) cuando conoces los términos y las expresiones concretas para cada situación.
Moraleja
No te exijas imposibles.
Porque es la receta segura para la frustración.
Y de esta te tienes que alejar, porque solo con pequeños logros vas a construir la sana autoestima que te va a impulsar a seguir dando pasos hacia adelante.
En resumen:
- revisa las creencias limitantes que te impiden progresar con tu inglés
- conecta con el motivo (tu motivo) por el que te interesa personalmente el inglés, ese impulso poderoso que te empujaría a ponerte en marcha de verdad
- y establece un plan de acción para lograr tu objetivo.
Te dejo aquí debajo una pequeña tarea de traducción que les ponemos a nuestros alumnos en uno de los talleres de Legaleasy Academy.
Cuando veas las 16 frases a traducir al inglés, seguramente te parecerán algo complejas, pero créeme, se resuelven fácilmente con la terminología precisa. Si te interesa conocer las respuestas, escríbeme a lola@educaciondigital.es y te mandaré nuestra propuesta de traducción. Puedes descargar las frases aquí.
Y recuerda, me hace muy feliz leer tus comentarios aquí debajo.
¡Feliz jueves!
10 comentarios. Dejar nuevo
Fantásticos consejos que deberíamos aplicarnos todos. Y no sólo con el inglés! Gracias, Lola.
¡Gracias a ti, Cristina! Esto (la vida) es un aprendizaje constante, sin duda.
Gracias, Lola. La verdad es que suelo exigirme mucho; por eso tu consejo de ir acumulando pequeños triunfos en lugar de imponerme grandes metas, me ha calado en la cabeza.
¡Viva! Me da mucha alegría que te haya servido, Nathaly. Son cosas que en realidad sabemos, pero que a menudo hace falta recordarnos.
Me encantó leer esto. Es precisamente lo que dice mi alumno que es abogado, así que se lo voy a compartit la próxima clase. Lo del traductor está maravilloso pues soy traductora. Mil gracias.
¡Gracias, Mónica! Me alegra mucho que te haya servido y gustado. Gracias por escribirme por aquí.
Me fascinó tu post, gracias.
¡Viva! Gracias a ti, Noris.
Gracias, Lola. Leerte me da más confianza para seguir mejorando.
¡Qué alegría, Gabriela! Muchas gracias por escribirme . Ya sabes: ¡pasito a pasito! Y con mucho cariño y respeto por una misma.