Anne Brontë, Agnes Grey, Alba Clásica, 1997: 41
Hemos visto muchas veces en el cine esas escenas de aproximación, esos momentos en los que el profesor dispone sus cosas en la mesa, escribe su nombre en la pizarra y espera impaciente a que el aula se llene. ¿Cómo se traslada ese escenario a la enseñanza online? ¿Cómo se traduce esa anticipación, esa inquietud? ¿Se produce ese mutuo escrutinio inicial, esa mezcla de desconfianza y esperanzas sobre lo que vamos a dar y a recibir?
Creo que sí, al menos en mi experiencia. Los preparativos son similares. La ilusión, esa energía algo nerviosa de los inicios, todo está ahí, a través de la pantalla del ordenador. Los momentos de tanteo se producen igualmente en este tipo de enseñanza. Se reflejan por ejemplo en los primeros contactos: la presentación del curso es más formal, más seria. El tono de la comunicación irá evolucionando a medida que avance el curso. Es importante ir poco a poco, al igual que ocurre en las clases presenciales: observar al grupo, personalizar la comunicación de manera gradual, encontrar el tono adecuado para cada participante en el curso.
Existen pequeños detalles, pequeños cuidados que nos ayudan a crear un ambiente, a ir estableciendo lazos con nuestro alumnado y dentro del propio grupo. Estas son algunas pautas que siempre intentamos poner en práctica:
-establecer una secuencia de tareas previas al propio contenido del curso
-planificar y diferenciar adecuadamente el uso de los distintos medios de comunicación disponibles (foros, chats, correo electrónico, wikis, blogs)
La tecnología, una vez más, no salva estas distancias de manera automática, pero si tenemos un buen planteamiento puede ayudarnos ¡y mucho! a tender puentes y a crear cohesión de grupo.